lunes, 13 de junio de 2011

Edmundo López Bonilla: LAS VERDADES DE PEROGULLO

LAS VERDADES DE PEROGULLO

Edmundo López Bonilla

El domingo 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Fecha de mucha importancia, si dejamos a un lado las cacerías de brujas recién inauguradas sin olvidar ni perdonar las desigualdades, las injusticias y el caos en que nos tienen sumidos los políticos. Digo que es tema de mucha importancia, porque esta nave en que nos movemos alrededor del Sol, padre de toda la vida existente, desde los inicios del “maquinismo” ha sufrido el deterioro del ambiente que nos sustenta.
El predominio de las máquinas en la industria moderna, no sólo tuvo las repercusiones que combatieron las clases trabajadoras, sino que aumentó la demanda de materias primas que debieron obtenerse al costo más barato y por cualquier medio, para utilizarse en la producción de todo lo que ha facilitado la vida. El desarrollo nos ha llevado por convencimiento sin fundamento en la razón, al consumismo. Cada día, además de las cosas indispensables, compramos más y más —incluida la comida elaborada industrialmente—. Todo proceso industrial requiere energía eléctrica y agua. Cada día gastamos más energía eléctrica, para producirla, usamos masivamente carbón mineral, petróleo, sus derivados, y fisión nuclear. Cada día los depósitos freáticos disminuyen y la cantidad de agua servida aumenta, contaminando los cauces, los embalses y el mar.
El carbón, el petróleo y la fisión nuclear son altamente contaminantes. Los dos primeros reducen a las zonas de extracción en tierra, a ámbitos extraños, desolados, estériles saturados de gases malolientes, peligrosos para la salud y el entorno vegetal y animal. La extracción petrolera en el lecho marino, sus problemas y los daños, están ampliamente difundidos, sin embargo, ni las mismas compañías que usufructúan esa riqueza, pueden decir con certeza cuánto daño causan los derrames submarinos, ni adónde va apara finalmente el petróleo de los pozos submarinos descontrolados, ni qué reacciones tiene el gas asociado del petróleo con la salinidad del agua de mar. Ese oro negro y su transporte entraña riesgos graves: explosiones de ductos, choque de buques petroleros o encalladuras que materialmente parten o despanzurran las enormes naves con el consiguiente derrame que literalmente mancha la superficie del mar y convierte a las costas en trampas viscosas, pestilentes dañinas para la vida animal y vegetal.
El desastre de la planta nuclear de Fukosima en Japón y el escándalo generado por la corrupción en esa industria, ha puesto a pensar seriamente a muchos. Puede decirse que a raíz del suceso, para los dirigentes de los países que han visualizado el problema con seriedad, la energía producida por fisión nuclear cumplió su ciclo. Queda por ver qué tan efectivos son los dispositivos para contener los desechos radiactivos.
Al proceso de contaminación y sus efectos que se extienden por la atmósfera que cubre nuestro ambiente y permite la vida, debe agregarse el rejuego político que se hace de los materiales precursores de energía, en el caso del petróleo: creación de satrapías en los países poseedores de “los veneros que escritura el diablo” que garanticen el acceso seguro y barato. Aunque ese control este marcado por la tiranía autóctona. Regímenes que servirán mientras la indignación de los pueblos no se desborde, o el presidente, emir, príncipe o guía siga los dictados de quienes lo llevaron al poder. En caso contrario no faltará pretexto para la invasión armada que habrá de llevar la guerra con todos sus excesos y estragos para “proteger a la población civil”. El carbón está firmemente controlado por compañías poderosas que actúan sobre el principio de la ganancia. De la energía nuclear para “uso pacífico”, —aunque en verdad se libra una guerra soterrada para el control— únicamente pueden ser poseedores los miembros de un selecto club.
Esta digresión que para algunos parecerá fuera de lugar, es necesaria porque el problema de la contaminación —a pesar de lo que se dice— se visualiza sólo como asunto local. ¿Qué relación existe entre el papel sanitario, del papel Bond, el papel periódico y en general cualquier papel y cartón que se usa en la región de Orizaba, por ejemplo, con Brasil, Canadá o Australia?: la materia prima, la celulosa. La celulosa, actualmente, se obtiene de la madera, esto es: de árboles y en una ligera proporción del bagazo de la caña. Durante muchos años las empresas papeleras para producir celulosa y papel, beneficiaron el bagazo de la caña que compraban a los ingenios y que por mucho tiempo fue usado como combustible para sus calderas, pero el precio internacional del petróleo acabó con este arreglo, por lo tanto, la extracción de celulosa de fibra de caña se restringió y los volúmenes aquella celulosa que hoy faltan, son reemplazados con la celulosa que sea posible obtener de arrasar extensas zonas boscosas en todo el mundo. Por lo tanto, en cada región, estamos gastando —y en muchísimos casos, desperdiciando— un recurso sustraído del ámbito mundial. Eso sin contar que la industria papelera es altamente contaminante y demanda verdaderos ríos de agua potable.
Y… ¿Qué relación hay entre las tortillas, de las carnes, de los vegetales que comemos y el deterioro del medio ambiente?: los procesos de alta productividad que se valen de la química para controlar plagas y hacer más veloz el crecimiento de los animales. En 1971 Gault y Millau afirmaba (n?) en el prólogo del libro de Maurice Pasquelot “La Tierra intoxicada” (colección “rota tiva”; Plaza & Janés). Prevenimos a los lectores de espíritu sensible. Este libro es terrorífico. Sabíamos ya por Paul-Emile Victor que el aire está envenenado, por el comandante Cousteau que el mar comienza a ensuciarse y por el doctor Bombard que la tierra se degrada. Gracias a este libro, nos enteramos que también nuestra alimentación está contaminada. Y la extraordinaria documentación, obtenida en diversas fuentes, en numerosos países extranjeros y en la propia Francia, hace estremecer. Nosotros que probamos todas la minutas en todas las partes del mundo, que degustamos, estimamos y apreciamos para informar seguidamente a nuestros lectores y a nuestros oyente, desde ahora desconfiaremos de todo.
¿Tendremos el valor de comer ternera a los estrógenos, caviar al exametilenetetramina, pollos irradiados, ostras al mercurio y tomates y patatas, cebollas y jamón irradiados al cobalto 60? ¿Tendremos el valor de beber vinos a los que se añaden veinte «aditivos», aceites de mesa en los que se han mezclado gasolina de avión, la misma que se utiliza para el «Carabele» y el «Tupolev»?
Este libro constituye para Francia y los países extranjeros una advertencia. ¿Será escuchada? En Ginebra, recientemente, con motivo del quinto simposio de la Asociación Internacional de Distribución de Productos Alimenticios (AIDA),  se escuchó la siguiente declaración: «El 50 por ciento de los productos alimenticios franceses no son conformes con las reglas de higiene y todos aquellos procedentes de Italia contienen dosis inadmisibles de sustancias químicas antiparasitarias.»
No faltará quien diga: “Eso sucedía en 1971”. El reciente escándalo sanitario y comercial que estremece a la Unión Europea, por el brote de la bacteria Eschericia coli, demuestra que las palabras que leyó usted en letras cursivas, por vías insospechadas, tienen plena vigencia en la actualidad.
En los descuidos ambientales que nos atañen directamente, cabe una pregunta. ¿Sabe usted que vivimos en medio de un Parque Nacional?
“El Parque Nacional Cañón del Río Blanco (nos informa Francisco Javier Chaín Revuelta, en una ficha de la Internet: CHAINTEX 0606 Sunday, June 04, 2006) abarca 55 mil 900 hectáreas de Fortín, Ixtaczoquitlán, Rafael Delgado, Acultzingo, Orizaba, Chocamán, Atzacan, Nogales, Ciudad Mendoza, Maltrata, Aquila, Río Blanco, Soledad Atzompa, Naranjal y Huiloapan. Fue creado por decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 4 de mayo de 1938, con el objetivo de conservar la vegetación forestal como factor regulador del régimen hidráulico de las corrientes superficiales y subterráneas, elemento que evita la fuerte acción erosiva de los agentes naturales en declive. El aprovechamiento de las aguas del río Blanco y afluentes permite la operación de las industrias fabriles de la región de Orizaba que constituyen uno de los factores más importantes en su economía. El Decreto señala en su Art. 1: Se declara Parque Nacional, destinado a la conservación perpetua de la flora y de la fauna silvestres, con el nombre de Cañón de Río Blanco, de la región de Orizaba, Ver., comprendiendo dentro de los límites siguientes. El artículo 2° del decreto señala los límites y esa línea imaginaria se inicia al extremo Sureste de las Cumbres de Acultzingo, para formar una mancha irregular que engloba los municipios antes enlistados y termina o se cierra en el punto de partida Es importante destacar que: “Los terrenos comprendidos dentro de los límites que fija el artículo primero del presente decreto, quedarán en posesión de sus dueños en tanto cumplan con los ordenamientos que sobre el particular dicte el Servicio Forestal, en beneficio del mencionado Parque Nacional”. El artículo 4°: Señala: “queda estrictamente prohibida la caza y la explotación comercial de productos forestales”.el autor de la ficha, nos informa que: “Existen tres decretos más dentro del polígono del Parque Nacional: El de Zona Protectora Forestal Cuenca Superior del río Blanco, con decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del 30 de noviembre de 1933, con una superficie de 16,700 hectáreas. La Reserva Forestal Cuenca Hidrográfica del río Carbonera, con decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del 26 de noviembre de 1936, con una superficie de 22,050 hectáreas; y el de Zona Protectora Forestal Cuenca Hidrológica del río Carbonera, con decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación del 26 de noviembre de 1936, con una superficie de 12,000 hectáreas.
¿Si el Parque Nacional del Cañón del río Blanco “se creó con el objetivo de conservar la vegetación forestal como factor regulador del régimen hidráulico de las corrientes superficiales y subterráneas, elemento que evita la fuerte acción erosiva de los agentes naturales en declive. Y… El aprovechamiento de las aguas del río Blanco y afluentes permite la operación de las industrias fabriles de la región de Orizaba que constituyen uno de los factores más importantes en su economía”. ¿Qué estamos haciendo como sociedad civil para protegerlo? ¿Qué están haciendo las autoridades de Fortín, Ixtaczoquitlán, Rafael Delgado, Acultzingo, Orizaba, Chocamán, Atzacan, Nogales, Ciudad Mendoza, Maltrata, Aquila, Río Blanco, Soledad Atzompa, Naranjal y Huiloapan, para promover el conocimiento de que vivimos en un área que por ese decreto, es área protegida; qué están haciendo esas autoridades para evitar el deterioro de esta extensa zona?
Y aún hay más, somos vecinos del Parque Nacional del Pico de Orizaba. Menudo patrimonio nos dejó Tata Lázaro. ¿Seremos capaces de aquilatar el carácter visionario de ese personaje y proteger, regenerar ambos Parques Nacionales?
8-9 de junio de 2011  

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