jueves, 30 de junio de 2011

Edmundo López Bonilla: LAS VERDADES DE PEROGRULLO 110629



LAS VERDADES DE PEROGRULLO

Edmundo López Bonilla

La Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó la resolución 55/76 del 4 de diciembre de 2000. Por lo tanto, decidió que, a partir del año 2001, el día 20 de junio esté dedicado al Día Mundial de los Refugiados. La ficha hace mención de que: Hay más de 10 millones de refugiados que lo han perdido todo. Durante años, muchos países y regiones han celebrado un día nacional —incluso semanas— del refugiado. Uno de los más conocidos fue el Día del Refugiado Africano, que se celebra el 20 de junio en varios países. Como una expresión de solidaridad con África, continente que alberga a la mayoría de los refugiados del mundo, en esta resolución, la Asamblea General tomó nota de que en el año 2001 se cumpliría el cincuentenario de la Convención sobre el estatuto de los Refugiados de 1951, y de que la Organización de la Unidad Africana (OUA) había convenido en que la celebración de un día internacional de los refugiados podría coincidir con la del Día de los Refugiados en África, que se observa el 20 de junio. Por consiguiente, este año, en su 60º aniversario, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ANCUR) celebrará el Día Mundial de los Refugiados con una programación de actividades alusivas en distintas zonas del mundo y la promoción de una campaña internacional de toma de conciencia. Asimismo, se realizará el despliegue de la campaña multimedia «One» y durante los siguientes seis meses se pugnará porque los desplazados a la fuerza y apátridas dejen su carácter de  invisibles ante el resto del mundo. La campaña lleva el mensaje de «Un refugiado sin esperanza es demasiado» Cada día, millones de refugiados se enfrentan a asesinatos, violaciones y el terror. Creemos que incluso un refugiado es demasiado, como lo es un asesinato, una violación o el terror que hace a las personas recurrir al primer recurso de defensa: la huída.
Pero en las efemérides también se registra el Día Internacional del Migrante. El 4 de diciembre de 2000 la Asamblea General, teniendo en cuenta que existe un importante número de inmigrantes en el mundo, y que ese número continúa incrementándose, proclamó el Día Internacional del Migrante (resolución 55/93). En ese día, en 1990, la Asamblea había adoptado la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares (resolución 45/158). Los Estados Miembros de la ONU, así como organizaciones intergubernamentales y organizaciones no-gubernamentales, están invitados a observar el Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre a través de difusión de información sobre los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes, el intercambio de experiencias y la formulación de medidas para protegerlos.
La historia nos dice que el mundo se ha ido poblando por el movimiento de grupos humanos en busca de mejores lugares para sus asentamientos. Lugares que en principio cubrieron las necesidades de espacio para la caza, o cumplieron las condiciones rituales. La fundación de Tenochtitlan fue el final de un  prolongado vagabundeo por noroeste del territorio que formaría nuestra República.
Actualmente los términos refugiado e inmigrante se confunden aunque tienen significado puntual. “Refugiado: persona que busca refugio fuera de su país huyendo de persecuciones políticas, religiosas, raciales que incluye la discriminación por costumbres, por orientación sexual). Inmigrante: de inmigrar; que emigra. 2: persona que emigra a un país extranjero”. La primera acepción resulta más explícita que la segunda. Sin embargo, vale la pena hacer elucubración de por qué emigran las personas. Y debemos comenzar por la casa: desempleo, inseguridad en el empleo, salario depreciado, inflación, futuro nebuloso para la juventud que llega a la edad de competir en el llamado “mercado laboral”, criminalización por ser joven y no estudiar ni trabajar, corrupción, olvido de las autoridades y de los empleadores de tan importantes como las máquinas y la tecnología, son las inteligencias y los brazos, y por lo mismo, los hombres  son desechables en un mundo donde por la orientación global, cuya primicia es la ganancia sobran brazos e inteligencias; la criminalización de los movimientos sociales como el de “Los campesinos ecologistas”; los luchadores contra la Presa “El Cajón” y por último el agravamiento de los problemas que son como dice el poeta uruguayo Alfredo Zitarrosa: “cosas que no lo parecen/ como el témpano flotante/ por debajo son gigantes sumergidos, que estremecen”. Todo esto en un país rico en recursos  —a pesar de lo que se diga y de los ricos de Forbes y muchos que no aparecen en “tan prestigiada revista”… pobre—, (en afán de objetividad entré en las cifras embrolladas de la OCDE, del CONEVAL, del INEGI y de la Secretaría de Hacienda, sin encontrar la cifra precisa), opté por una conservadora investigación del Instituto Tecnológico de Monterrey que estima en 50% de sus habitantes en ese reprobable rubro, en un país según el censo de 2010 que cuenta con 112 millones 322 de habitantes.
País que gasta un río de dinero en sostener un guerra insensata, —que por lógica debería librar el país que tiene el mercado de drogas más grande del mundo y el más boyante en ese comercio—, donde al parecer, es más importante el número de muertos y tachar de la lista yanqui de los “más buscados”; aunque como sucede con los hongos, al poco tiempo broten los sustitutos.
Como se lee al principio de la nota África es el continente que con más refugiados. Continente rico que desde la salida de Europa de su Edad Oscura ha sufrido el saqueo, no sólo de sus riquezas naturales, sino de grandes masas de seres humanos en el infame comercio de la esclavitud. Situación agravada en estos días por los disturbios en una extensa franja del norte. Guerras propiciadas por tiranuelos ambiciosos de poder, alimentadas con logística y armas por intereses que solamente miran esas tierras como inmensos depósitos de materia prima que ha de obtenerse a costo de sangre, de muerte;  hambrunas por sequías habituales; el azote del Sida… En suma: pobreza. Pobreza que arroja multitudes de…,  ¿qué son?... ¿Inmigrantes, o refugiados?
En África y en todos los países que expulsan a su población hay una constante: la guerra del rico para quitarle al pobre lo poco que tiene. Aquí es donde la pita parece enredarse, porque la parte más pequeña de la humanidad, pero la más poderosa por disponer del dinero, ha de negar que eso es una guerra.
Mientras tanto, seguiremos mirando en la televisión cómo en las costas europeas rescatan “pateras” repletas de expulsados del norte de África; continuemos mirando a “los indignados” que vislumbran con toda claridad su futuro y propugnan por el cambio del “modelo neoliberal”; asistiremos a las rutas del ferrocarril del país para tratar de contar a los “indocumentados”  de Guatemala, Honduras, El Salvador, y algunos del resto del mundo, su camino al norte, y los ayudaremos mucho o poco, a mitigar su desgracia. Sabremos de los cubanos que buscan, el hechizo del “sueño americano”, aunque el asunto cubano parezca harina de otro costal, tiene la misma raíz: la pobreza generada por los modelos económicos. Habremos de ver las fotografías y leer las noticias de los trailers con las cajas repletas de personas enfrascadas en vivir con dignidad.
Insisto, si todos los expulsados por la crisis económica son víctimas de un sistema que en la práctica les hace la guerra, qué son: inmigrantes o refugiados.   
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Es una desgracia, pero era previsible. El  quehacer de Javier Sicilia. Grande como todos los movimientos reivindicatorios se topó con la insensibilidad del presidente de la República, quien parece sentir en el alma las muertes de soldados, marinos y policías e importarle poco los “daños colaterales” ni las muertes de los delincuentes, que en principio son seres humanos y por lo tanto merecedores de un juicio y no de un ajusticiamiento. Y si en el caso de los refugiados, la ONU dice: un refugiado es demasiado. En esta y todas la guerras, el suceso de una muerte también es demasiado.
Los caricaturistas suelen ser atinados en sus análisis, por eso el presente trabajo, tiene todos los visos de tornarse en realidad.


                                                                                                 Edmundo López Bonilla
25 de marzo de 2011


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