Bertuchi y la revista de tropas coloniales
Tenía que ser Granada, tierra tan vinculada a lo árabe, la cuna de Mariano Bertuchi que allí nació, en la calle Escutia número 9, el 6 de febrero de 1884. Después de cursar estudios de pintura en Málaga, a partir de los ocho años continuó estos en Granada, donde fue nombrado socio de honor del Liceo Artístico a los dieciocho. Parece que sus maestros de esta época granadina fueron Eduardo García o José Larrocha González, entre otros.
Superada esta etapa, aunque siempre vinculado a la ciudad de la Alhambra, Bertuchi cursó varios años de pintura en la entonces llamada Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado que después se convertiría en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Allí contando con profesores de la talla de Muñoz Degrain, destacó como un aventajado alumno que simultaneaba sus estudios con la publicación de dibujos en alguna prestigiosa revista.
Lo definitivo en la vida de Mariano Bertuchi, fue el contacto con África, de la que quedó cautivado para siempre por el color y la luz que irradiaba la vida y los paisajes de aquel Marruecos colonial. Su primer viaje a estas tierras pudo producirse en navidad de 1898 en que desembarcaría en Ceuta o Tánger para ya dedicar su vida a reproducir la realidad marroquí, sus alegrías y tristezas, a lo largo de más de cincuenta años. Su paso por el Protectorado le dio la oportunidad, no sólo de realizar una ingente obra, sino de colaborar con la política cultural que se desarrollaba entonces. Así fue nombrado en 1930 director de la Escuela de Artes y Oficios, después llamada de Artes Indígenas en Tetuán y Xauen, creando además el museo marroquí de la capital del Protectorado y simultaneando estas actividades con su cargo de jefe de los servicios de Bellas Artes en la zona norte de Marruecos.
Durante unos años la imagen exterior e interior del Protectorado de España en Marruecos estuvo a cargo de Mariano Bertuchi, ya que pintó los carteles de propaganda del turismo marroquí como el que representa la vega de Alhucemas o los campos nevados de Ketama, las construcciones características de Chauen, las murallas de Arcila o una calle cualquiera de Alcazarquivir, todos con la especial facilidad que siempre tuvo el pintor granadino para captar el ambiente y la luz de la realidad marroquí de entonces. A destacar en este aspecto el óleo llamado luna de Ramadán en que logró congelar la atmósfera reinante en las ciudades del norte de África en ese tiempo religioso tan importante para el Islam.
Mariano Bertuchi murió el 20 de junio de 1955 a los setenta y un años. Por tanto, durante tu dilatada estancia en Marruecos, conoció todas las campañas que allí se desarrollaron desde 1909 hasta 1927 e incluso, anteriormente, había realizado trabajos sobre la guerra civil marroquí (1903-1908), dejando plasmadas multitud de escenas de esas campañas coloniales del largo primer cuarto de siglo. Y falleció antes de que en 1956, siendo Alto Comisario el general Rafael García Valiño, se desplomara en pocas fechas toda la obra tan ilusionadamente montada por tantos hombres, entre ellos el propio Mariano Bertuchi. En efecto en ese año de 1956, Marruecos recuperó su independencia.
Revista de Tropas Coloniales
En el verano de 1923, los militares africanistas estaban nerviosos. Las Juntas de Defensa representaban otra forma de enfocar el servicio de las armas y desarrollaban una crítica feroz contra la forma de actuar del llamado Ejército de África, cuyo núcleo duro eran las llamadas fuerzas de choque. Incluso dentro de los militares que enfrentaban una áspera lucha en Marruecos, había dos corrientes claramente diferenciadas, los que preconizaban una penetración pacífica con base en el entendimiento con las cabilas y el respeto a las instituciones islámicas, frente a los que defendían la necesidad de una victoria militar previa para vengar las afrentas recibidas durante tantos años, en los que se produjeron grandes victorias pero también sensibles derrotas.
Así, en aquel verano de 1923, algunos de los más destacados representantes del Ejército de África tomaron el acuerdo en Ceuta de fundar una revista que representara el sentir de los militares africanistas, orientando a la opinión publica respecto a la misión que pensaban debía desarrollar España en el norte de África. Cuando la revista no era más que un proyecto, en septiembre de ese año de 1923, se produjo el pronunciamiento de Primo de Rivera y la publicación se hizo necesaria por una razón añadida. Aunque el golpe de estado fue bien recibido por la oficialidad de Marruecos que era extremadamente crítica con la situación política de aquel tiempo, no resultaba menos cierto que Primo de Rivera había prometido una sospechosa solución pronta y digna del problema marroquí. La Revista de Tropas Coloniales podía ser así un órgano de expresión que advirtiera al Dictador del pensamiento de sus más decididos hombres en el norte de África.
La reunión fundacional tuvo lugar en Ceuta el 4 de noviembre de 1923, casi dos meses después del golpe militar y el primer número vio la luz en enero de 1924, con Gonzalo Queipo de Llano, Comandante general de la ciudad española, como Director. El comandante de Infantería con destino en el Tercio de Extranjeros José Valdés Martell fue su redactor jefe y el capitán de artillería Martí Alonso se encargó de la dirección artística. En el consejo de dirección aparecían Francisco Franco, Cándido Lería y otros nombres conocidos. Muchos de los que escribieron en las páginas de la revista simultaneaban su labor literaria con los combates en los campos marroquíes y así, de entre sus colaboradores, murieron frente al enemigo Valdés y Martí, los dos amigos inseparables, (+Buharrax 1924), Amil de Soto (+Ras Baturaka 1924), Guallart Martínez (+Xauen 1925) y Serrano Orive (+Xarquia Xeruta 1924).
Mariano Bertuchi colaboró en la Revista de Tropas Coloniales desde el primer momento, porque creía en la idea y estaba completamente compenetrado con sus protagonistas. Desde la primera época, las portadas de Bertuchi comunicaron color y calidad a una publicación que era eminentemente gráfica, sobre todo en su segunda época en que pasó a llamarse África, Revista de Tropas Coloniales. Con este nuevo nombre, la revista pudo reproducir en su número de julio de 1927 la mejor noticia posible, o sea, la Orden General de 10 de julio de ese año en Bab Taza que, firmada por el general en jefe Sanjurjo, ponía fin a la última guerra de Marruecos.
La revista África en 1927
Después de varias vicisitudes y de una corta ausencia, la revista reapareció en enero de 1925 con su nuevo director, Francisco Franco y una mejor presentación. En 1927, el año de la victoria sobre los últimos hombres de Abd el Krim, la publicación conservaba a su director y las colaboraciones artísticas de Mariano Bertuchi, con Antonio Martín de la Escalera como redactor jefe. De las portadas del genial pintor granadino destacan la que representa un día de gala de la guardia montada del Jalifa, la del estanque árabe que recuerda algún patio de la Alambra, la mezquita del Fed-dan, un jarrón con las primeras flores de la primavera marroquí y el saltimbanqui o los chatarreros, como muestras de la realidad de cada día en los zocos. La llamada Las salvas pretende ser un homenaje a la Mariana de Guerra que intervino en el desembarco de Alhucemas y en julio de 1927 aparece la fachada de la iglesia ceutí de la Virgen de África, como recordando, en el año del final de la guerra, a la ciudad que acogió desde el primer número a la Revista de Tropas Coloniales.
Los ejemplares de la publicación de 1927 contienen además ilustraciones de Bertuchi en su interior, entre las que cabe destacar la que representa el santuario de Muley Abd el Selam o las llamadas “el vado”, “el castillo de Gibralfaro”, “Tetuán”, “corriendo la pólvora”, “ruinas de Chellah y torre de Hassan”, “el escuadrón legionario”, “la ocupación de Xauen en octubre de 1920” y otras. Pero la que quizás representa mejor el ambiente de Ceuta en aquellos años es la ilustración a color de las páginas centrales del número de septiembre de 1927 titulada “la llegada del correo”, en la que puede apreciarse al barco “Miguel Primo de Rivera” tras su atraque en el cantil de poniente del muelle España, en el que todavía no aparece el edificio de la hoy Autoridad Portuaria. El dibujo del prolífico artista granadino supo captar el ambiente festivo que producía la llegada del buque que significaba la unión diaria con la Península. En aquel tiempo existía un viaje al día con Algeciras en cada sentido y uno semanal que hacía el trayecto Algeciras-Tánger-Ceuta, hoy lamentablemente desaparecido.
Las referencias a Ceuta en los números de la publicación correspondientes a 1927 eran constantes, al igual que en los de otros años, ya que la edición se organizaba en esta ciudad y allí se obtenía gran parte de la publicidad que servía de soporte a la publicación. Así aparecen anuncios de Constantino Cosío (alimentación), Diego Paul (maquinaria), Depósitos de Carbones, SA, Carlos Palacios (coches Mercedes), revista en árabe Al Ittihad (La Unión) de Tetuán, Antonio Partida Palma (almacén al mayor), Ybarrola (combustibles), Barchilón y Cia (peletería), Banco Español de Crédito, Marcelino González (ultramarinos), Navas (construcción), Juan Acevedo Ponce (fideos), Remigio González (agente de aduanas), Baeza Hermanos (cementos), hotel Majestic, etc. Y especial relevancia tenía la inserción de casi una página que anunciaba los horarios del ferrocarril Ceuta-Tetuán. Se ofrecían al menos dos viajes fijos y uno potestativo en cada sentido, para hacer el trayecto en hora y media, después de parar en las estaciones de Miramar, Castillejos, Riffien, Negro, Rincón, Malalién, y por fin Tetuán. Un anuncio a página completa informaba que en Ceuta podían cursarse estudios de bachillerato, medicina, derecho, piano y los principales idiomas, todo a través del Patronato militar de enseñanza. Las revistas en ese año aparecían la tercera decena de cada mes al precio de una peseta.
La Revista de Tropas Coloniales hacía también un llamamiento para alistarse en el Tercio, donde podía llegarse a capitán con alimentación sana y abundante y vestuario de buena calidad, práctico y vistoso. Se incluía incluso un cuadro con los atractivos emolumentos, 5,10 pesetas diarias y 400 pesetas como prima de enganche para los soldados. Y en el número correspondiente a julio, se incluía el programa de festejos en honor de la Virgen de África, con reparto de limosnas a los pobres en la plaza de la Constitución, corrida de la pólvora en El Llano de las Damas y solemne Salve en el santuario.
Mariano Bertuchi fue en definitiva el pintor del Protectorado por antonomasia. Más preciso aún que las fotografías de la época, el pintor granadino supo captar algo tan difícil como el ambiente, las figuras y el color definitivo de una tierra que tenía durante esos años unas características muy especiales. Los estudiosos, nostálgicos, costumbristas, detractores y curiosos, encuentran en sus obras la realidad profunda de unos años mal comprendidos y escasamente estudiados. Esperemos que podamos contar pronto con un museo Bertuchi en Ceuta, lo que significaría el inicio de un relanzamiento cultural y turístico de la ciudad.
Superada esta etapa, aunque siempre vinculado a la ciudad de la Alhambra, Bertuchi cursó varios años de pintura en la entonces llamada Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado que después se convertiría en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Allí contando con profesores de la talla de Muñoz Degrain, destacó como un aventajado alumno que simultaneaba sus estudios con la publicación de dibujos en alguna prestigiosa revista.
Lo definitivo en la vida de Mariano Bertuchi, fue el contacto con África, de la que quedó cautivado para siempre por el color y la luz que irradiaba la vida y los paisajes de aquel Marruecos colonial. Su primer viaje a estas tierras pudo producirse en navidad de 1898 en que desembarcaría en Ceuta o Tánger para ya dedicar su vida a reproducir la realidad marroquí, sus alegrías y tristezas, a lo largo de más de cincuenta años. Su paso por el Protectorado le dio la oportunidad, no sólo de realizar una ingente obra, sino de colaborar con la política cultural que se desarrollaba entonces. Así fue nombrado en 1930 director de la Escuela de Artes y Oficios, después llamada de Artes Indígenas en Tetuán y Xauen, creando además el museo marroquí de la capital del Protectorado y simultaneando estas actividades con su cargo de jefe de los servicios de Bellas Artes en la zona norte de Marruecos.
Durante unos años la imagen exterior e interior del Protectorado de España en Marruecos estuvo a cargo de Mariano Bertuchi, ya que pintó los carteles de propaganda del turismo marroquí como el que representa la vega de Alhucemas o los campos nevados de Ketama, las construcciones características de Chauen, las murallas de Arcila o una calle cualquiera de Alcazarquivir, todos con la especial facilidad que siempre tuvo el pintor granadino para captar el ambiente y la luz de la realidad marroquí de entonces. A destacar en este aspecto el óleo llamado luna de Ramadán en que logró congelar la atmósfera reinante en las ciudades del norte de África en ese tiempo religioso tan importante para el Islam.
Mariano Bertuchi murió el 20 de junio de 1955 a los setenta y un años. Por tanto, durante tu dilatada estancia en Marruecos, conoció todas las campañas que allí se desarrollaron desde 1909 hasta 1927 e incluso, anteriormente, había realizado trabajos sobre la guerra civil marroquí (1903-1908), dejando plasmadas multitud de escenas de esas campañas coloniales del largo primer cuarto de siglo. Y falleció antes de que en 1956, siendo Alto Comisario el general Rafael García Valiño, se desplomara en pocas fechas toda la obra tan ilusionadamente montada por tantos hombres, entre ellos el propio Mariano Bertuchi. En efecto en ese año de 1956, Marruecos recuperó su independencia.
Revista de Tropas Coloniales
En el verano de 1923, los militares africanistas estaban nerviosos. Las Juntas de Defensa representaban otra forma de enfocar el servicio de las armas y desarrollaban una crítica feroz contra la forma de actuar del llamado Ejército de África, cuyo núcleo duro eran las llamadas fuerzas de choque. Incluso dentro de los militares que enfrentaban una áspera lucha en Marruecos, había dos corrientes claramente diferenciadas, los que preconizaban una penetración pacífica con base en el entendimiento con las cabilas y el respeto a las instituciones islámicas, frente a los que defendían la necesidad de una victoria militar previa para vengar las afrentas recibidas durante tantos años, en los que se produjeron grandes victorias pero también sensibles derrotas.
Así, en aquel verano de 1923, algunos de los más destacados representantes del Ejército de África tomaron el acuerdo en Ceuta de fundar una revista que representara el sentir de los militares africanistas, orientando a la opinión publica respecto a la misión que pensaban debía desarrollar España en el norte de África. Cuando la revista no era más que un proyecto, en septiembre de ese año de 1923, se produjo el pronunciamiento de Primo de Rivera y la publicación se hizo necesaria por una razón añadida. Aunque el golpe de estado fue bien recibido por la oficialidad de Marruecos que era extremadamente crítica con la situación política de aquel tiempo, no resultaba menos cierto que Primo de Rivera había prometido una sospechosa solución pronta y digna del problema marroquí. La Revista de Tropas Coloniales podía ser así un órgano de expresión que advirtiera al Dictador del pensamiento de sus más decididos hombres en el norte de África.
La reunión fundacional tuvo lugar en Ceuta el 4 de noviembre de 1923, casi dos meses después del golpe militar y el primer número vio la luz en enero de 1924, con Gonzalo Queipo de Llano, Comandante general de la ciudad española, como Director. El comandante de Infantería con destino en el Tercio de Extranjeros José Valdés Martell fue su redactor jefe y el capitán de artillería Martí Alonso se encargó de la dirección artística. En el consejo de dirección aparecían Francisco Franco, Cándido Lería y otros nombres conocidos. Muchos de los que escribieron en las páginas de la revista simultaneaban su labor literaria con los combates en los campos marroquíes y así, de entre sus colaboradores, murieron frente al enemigo Valdés y Martí, los dos amigos inseparables, (+Buharrax 1924), Amil de Soto (+Ras Baturaka 1924), Guallart Martínez (+Xauen 1925) y Serrano Orive (+Xarquia Xeruta 1924).
Mariano Bertuchi colaboró en la Revista de Tropas Coloniales desde el primer momento, porque creía en la idea y estaba completamente compenetrado con sus protagonistas. Desde la primera época, las portadas de Bertuchi comunicaron color y calidad a una publicación que era eminentemente gráfica, sobre todo en su segunda época en que pasó a llamarse África, Revista de Tropas Coloniales. Con este nuevo nombre, la revista pudo reproducir en su número de julio de 1927 la mejor noticia posible, o sea, la Orden General de 10 de julio de ese año en Bab Taza que, firmada por el general en jefe Sanjurjo, ponía fin a la última guerra de Marruecos.
La revista África en 1927
Después de varias vicisitudes y de una corta ausencia, la revista reapareció en enero de 1925 con su nuevo director, Francisco Franco y una mejor presentación. En 1927, el año de la victoria sobre los últimos hombres de Abd el Krim, la publicación conservaba a su director y las colaboraciones artísticas de Mariano Bertuchi, con Antonio Martín de la Escalera como redactor jefe. De las portadas del genial pintor granadino destacan la que representa un día de gala de la guardia montada del Jalifa, la del estanque árabe que recuerda algún patio de la Alambra, la mezquita del Fed-dan, un jarrón con las primeras flores de la primavera marroquí y el saltimbanqui o los chatarreros, como muestras de la realidad de cada día en los zocos. La llamada Las salvas pretende ser un homenaje a la Mariana de Guerra que intervino en el desembarco de Alhucemas y en julio de 1927 aparece la fachada de la iglesia ceutí de la Virgen de África, como recordando, en el año del final de la guerra, a la ciudad que acogió desde el primer número a la Revista de Tropas Coloniales.
Los ejemplares de la publicación de 1927 contienen además ilustraciones de Bertuchi en su interior, entre las que cabe destacar la que representa el santuario de Muley Abd el Selam o las llamadas “el vado”, “el castillo de Gibralfaro”, “Tetuán”, “corriendo la pólvora”, “ruinas de Chellah y torre de Hassan”, “el escuadrón legionario”, “la ocupación de Xauen en octubre de 1920” y otras. Pero la que quizás representa mejor el ambiente de Ceuta en aquellos años es la ilustración a color de las páginas centrales del número de septiembre de 1927 titulada “la llegada del correo”, en la que puede apreciarse al barco “Miguel Primo de Rivera” tras su atraque en el cantil de poniente del muelle España, en el que todavía no aparece el edificio de la hoy Autoridad Portuaria. El dibujo del prolífico artista granadino supo captar el ambiente festivo que producía la llegada del buque que significaba la unión diaria con la Península. En aquel tiempo existía un viaje al día con Algeciras en cada sentido y uno semanal que hacía el trayecto Algeciras-Tánger-Ceuta, hoy lamentablemente desaparecido.
Las referencias a Ceuta en los números de la publicación correspondientes a 1927 eran constantes, al igual que en los de otros años, ya que la edición se organizaba en esta ciudad y allí se obtenía gran parte de la publicidad que servía de soporte a la publicación. Así aparecen anuncios de Constantino Cosío (alimentación), Diego Paul (maquinaria), Depósitos de Carbones, SA, Carlos Palacios (coches Mercedes), revista en árabe Al Ittihad (La Unión) de Tetuán, Antonio Partida Palma (almacén al mayor), Ybarrola (combustibles), Barchilón y Cia (peletería), Banco Español de Crédito, Marcelino González (ultramarinos), Navas (construcción), Juan Acevedo Ponce (fideos), Remigio González (agente de aduanas), Baeza Hermanos (cementos), hotel Majestic, etc. Y especial relevancia tenía la inserción de casi una página que anunciaba los horarios del ferrocarril Ceuta-Tetuán. Se ofrecían al menos dos viajes fijos y uno potestativo en cada sentido, para hacer el trayecto en hora y media, después de parar en las estaciones de Miramar, Castillejos, Riffien, Negro, Rincón, Malalién, y por fin Tetuán. Un anuncio a página completa informaba que en Ceuta podían cursarse estudios de bachillerato, medicina, derecho, piano y los principales idiomas, todo a través del Patronato militar de enseñanza. Las revistas en ese año aparecían la tercera decena de cada mes al precio de una peseta.
La Revista de Tropas Coloniales hacía también un llamamiento para alistarse en el Tercio, donde podía llegarse a capitán con alimentación sana y abundante y vestuario de buena calidad, práctico y vistoso. Se incluía incluso un cuadro con los atractivos emolumentos, 5,10 pesetas diarias y 400 pesetas como prima de enganche para los soldados. Y en el número correspondiente a julio, se incluía el programa de festejos en honor de la Virgen de África, con reparto de limosnas a los pobres en la plaza de la Constitución, corrida de la pólvora en El Llano de las Damas y solemne Salve en el santuario.
Mariano Bertuchi fue en definitiva el pintor del Protectorado por antonomasia. Más preciso aún que las fotografías de la época, el pintor granadino supo captar algo tan difícil como el ambiente, las figuras y el color definitivo de una tierra que tenía durante esos años unas características muy especiales. Los estudiosos, nostálgicos, costumbristas, detractores y curiosos, encuentran en sus obras la realidad profunda de unos años mal comprendidos y escasamente estudiados. Esperemos que podamos contar pronto con un museo Bertuchi en Ceuta, lo que significaría el inicio de un relanzamiento cultural y turístico de la ciudad.
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